sábado, 18 de diciembre de 2010

Underground


A veces, en el metro, parecía el tiempo detenerse. Nada más llegar se inició en mi una transformación, una mutación, un cambio radical de mi pensamiento. Una especie de transformación Kafkiana se apoderó de mí. Y de súbito fui otra persona, libre, totalmente libre. No hay mayor sensación de libertad que la que se siente al librarse de uno mismo. Un salto al vacío me precipitó a un estado de plenitud que no había sentido antes, autorrealización. Conseguí transformarme junto al entorno y os juro que fue real, cinco días de libertad, de paz mental, de soledad y encierro en mi propio lenguaje. Fui testigo en tercera persona de la muerte de mi yo que me arranco de raíz mis malos hábitos y me convirtió en algo nuevo. De pronto me sentí joven, de pronto la basura del mundo no parecía pesar tanto. Quizás fuera un sueño o una ilusión de mi mente necia pero cuando rompes los esquemas de forma radical la metamorfosis es inevitable. Mi paradigma cambió y yo con él, es cierto, no miento. Y a veces, cuando empieza a anochecer, vuelvo la vista atrás y me recuerdo sentado en el vagón del metro con el tiempo a mi alrededor ausente...

1 comentario:

Granados dijo...

Desde fuera, al resto de personas que te conozcan y lean esto pensarán, "Joder como puede pensar eso" pero yo creo que el del vagón del tren es el verdadero Pepe, el Pepe maduro, aki no se puede madurar por lo que tu mismo has dicho, "los hábitos". Te comprendo yo tambien quiero conocer a mi Yo del vagón de tren...