jueves, 6 de enero de 2011

Follando y bebiendo.

Lo primero que hice al levantarme fue meter mi jodida cabeza en la taza del váter y vomitar, vomitarlo todo. La cabeza me daba vueltas, habíamos estado toda la noche bebiendo y follando, como perros salvajes, era la única forma de olvidarnos de nosotros mismos. Encendí un cigarrillo y apuré de un trago lo que quedaba de la botella volcada de güisqui sobre la cómoda. Lina seguía durmiendo, enroscada como un rollito de primavera en las mugrientas sábanas del apartamento, y yo la observaba. Tenía la cara hundida en la almohada mientras la luz del sol que entraba por la mañana acariciaba su pelo de una forma sutil. El humo de mi cigarrillo serpenteaba hacia el techo camuflando el olor a alcohol y sexo, en la calle frío y ruidos del tráfico. Me desplomé sobre la silla del cuarto y cerré los ojos. Lina se desperezó, poco a poco abría sus parpados pegados por las legañas, se sentó en una orilla de la cama y a tientas se puso las zapatillas. Se incorporó con dificultad, tambaleándose y trastabillando llegó al baño y cerró la puerta. La oí vomitar, a los pocos minutos salió con la cara pálida y ojeras rojas, cada día estaba más delgada, casi esquelética, enferma. Me dio los buenos días, se sentó en mi regazo y nos besamos, parecíamos dos enamorados. Permanecimos acurrucados horas, hasta que la noche nos abrazó de forma esquiva. Como muertos nos habíamos dado por vencidos, abrimos otra botella y todo comenzó de nuevo. Iríamos hasta el final, juntos, follando y bebiendo, esperando lo inevitable.

3 comentarios:

k3lpi3 dijo...

Me encanta!

Granados dijo...

Gran relato Pepowski, genial, como siempre

The crow dijo...

¿Te has tirao a la Lina Morgan?